Moz and the City

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Monday, December 31, 2007

Good Night and Thank you (2007)

Tienes un tono triste, me dijo.

Claro, no lo discuto, lo reconozco. El problema es que estee tono se acentúa con el pasar de los años y los anhelos de aquellas cosas que simplemente nunca volverán a ser. A lo mejor más que un tono triste es un tono nostálgico, del pensar el famoso 'y si...', o simplemente sentir la carencia de aquellas personas que nunca podrán volver a este mundo.

A medida que pasan lo años me voy alejando más y más de aquel tiempo en que todo era tranquilo, donde era una niña mimada, sin grandes preocupaciones... y eso debe ser, he adquirido muchas responsabilidades en este 2007, desde aprender a trabajar, cumplir con mi jefe y mis alumnos y alumnas, tener un sueldo (del cual no me quejo y jamás me quejaré) y administrar no sólo mis cuentas, sino que mi vida completa.

Y temo que esta responsabilidad ya adquirida no puede ser abandonada más en el resto de los años que me queda en este mundo. La disfruto, a veces. A veces, lo odio.

La disfruto cuando veo que todos reconocen el trabajo que hago, no paso desapercibida y sigo siendo la mejor para mi familia, me encanta darles ese tipo de satisfacción, y a la vez sentir que cumplo conmigo misma y con los ideales por los cuales decidí ser profesora, ayudar a los que necesitan aprender, y darles una herramienta de trabajo para luchar día a día (el inglés).

Lo odio cuando por las mañanas no me quiero levantar y quiero tener más tiempo con mi Clifford, para que se acurruque más tiempo en mis piernas, se enrede en las sábanas y lama mi mano para decirme que es hora de salir de la cama. Lo odio cuando veo que el tiempo pasa y no tengo las horas suficientes para hacer el resto de cosas que me gusta hacer, como viajar, salir con mi amor, tener citas con amigos y amigas, pasar tiempo en casa haciendo nada, jugando PS2 o simplemente observando a Clifford y sentirlo crecer en frente mío.

Y es que el tiempo se pasa volando niña, me dijo Lemebel en su novela. Y así es, no te das ni cuenta, y te sientes una vieja amargada, y aunque sólo tengas veintitantos sigues sintiendo que tienes más por todas las cosas que te ha tocado vivir.

Pueden creer que soy una mal agradecida de la vida, pero no es así. Agradezco tener todo lo que tengo, y agradezco todas las lecciones aprendidas a veces con grandes porrazos, pero aprendidas al fin y al cabo. Agradezco los deslices que me hacen rejuvenecer y sentir que después de todo aún hay tiempo de ser egoísta un rato y pensar en la satisfacción personal; entre estos deslices las citas con amigos y amigas, los infinitos cosmopolitan, las cervezas inacabables, las papas fritas marco polo jugando play, los tacos vegetarianos y tortas de las mexicanas, las noches durmiendo al lado de mi amor, las noches durmiendo con mi amiga Isa y un buen gusto a yerba en los labios, las tardes completas coreando temas ochenteros con la Ginger y las tardes de tesis, que me hicieron reafirmar lo que amo: enseñar.

Al fin y al cabo leyendo estas líneas creo que, como le dije a un amigo, me falta madurar después de todo. Y reafirmo lo otro que mencionó, 'eres demasiado joven, así muy joven, tómatelo con calma'.

Feliz 2008.

Wednesday, December 19, 2007

It's never enough...

Estaba sentada con el cigarro encendido, de repente el humo me causa molestia, es un mensaje subliminal para que deje de intoxicar mi organismo con el cilindro de cáncer. Recibo una llamada al celular, mi amigo que me cuenta de los resultados de la prueba; busco mi resultado en Internet, es bueno, excelente, más de lo que esperaba; pero sólo bastó un comentario para que dentro de mi empezara con el paranoico cuestionamiento.

Desde pequeña estaba acostumbrada a ser la mejor en todo, la consentida, la joyita de la familia. La que se sentaba sin apoyar los codos en la mesa, la que leía libros de más de trescientas páginas a los doce años en pocas semanas. La que sorprendía con diplomas de excelencia escolar, notas que inflaban el pecho orgulloso de mi mamá.

Hasta que llegó un punto en que noté que mis logros académicos alejaban a los compañeros, todos susurraban a mis espaldas miles de motivos de mi buena racha, ninguno cierto.

En la universidad lo mismo se repitió y decidí ser de bajo perfil. Pasar piola era la opción, hacer que no existía y tener los amigos contados. Muchos se fueron quedando con el pasar de los años y la confianza se veía con trozos desvanecidos en el olvido.

Hoy me pasó algo que me hizo sentir nuevamente de ocho años. Los mismos miedos, de que nunca es suficiente, nunca he sido lo suficientemente buena, nunca he podido lograr al cien por ciento lo que me he propuesto y este es mi mea culpa de fin de año.

Ya no quiero seguir pasando piola, quiero relucir y quiero ser la mejor en todo. Hasta ahora lo soy en mi trabajo, pero quiero taparle la boca a todos aquellos que no confiaron, que no creyeron. A los que cortaron mis sueños voladores con sus hachas ensangrentadas. Las he fortalicedo con sufrimiento y pesar, ya nada va a poder detenerme, lo prometo.

Lo prometo.